Hay varias emociones que aunque tienen su sentido biológico, es ciertas ocasiones nos impiden vivir una vida plena. Una de ellas es el miedo. Por eso hace años me pregunté cómo vencer el miedo. El resultado fue el libro Vivir sin miedos y hoy te regalo un capítulo del libro para celebrar la publicación de su decimotercera edición.
Puedes echar un vistazo a los contenidos del libro en estos cinco capítulos de vivir sin miedos:
¿Cuál es su propósito en la vida?
¿Le pregunta al que ha llegado?
¿Esta leyendo los libros que le llevan a la vida que desea?
¿Esta seguro de que esa idea es suya?
¿Por qué no se suicida?
Pero además, hoy te regalo otro capítulo del libro:
¿Y usted… piensa o hace?
¿Sabes cuál es el secreto de los valientes? No decir nunca que tienen miedo [De la película Secretos del Corazón]
Porque si de algo tengo miedo, me acaece y sucede lo que temo [Job, 3- 25]
Cada cierto tiempo siempre me sucede lo mismo. Alguien me pregunta ¿Cómo haces para sacar tus proyectos adelante?
Respuesta: haciéndolos.
A continuación siempre se hace un breve silencio porque la otra persona piensa que le oculto algo. Aprovecho para decirlo públicamente: No oculto nada: de verdad que no hay más.
Sinceramente, no hay ningún secreto. Observe a las personas que obtienen resultados significativos. Ellos hacen. Los demás critican, miran, piensan o esperan al mejor momento.
Creo que la única diferencia con respecto a otras personas es que mientras otros analizan, yo hago.
Mientras otros discuten cuándo van a empezar, yo ya llevo un rato haciendo.
Mientras otros esperan al viernes para preguntarles a sus amigos qué opinan de esto que se le ha ocurrido, yo para el jueves lo tengo acabado. Y el viernes lo que hago es preguntarles cómo harían para mejorar lo que ya he empezado.
Mientras otros se quejan, yo hago.
Mientras otros esperan a que llegue el mejor momento, yo hago; cada momento es el mejor momento.
Y cuando me entra el miedo, lo que también me pasa, por supuesto, lo conjuro haciendo. La mejor manera de vencer algo que le da miedo, es poniéndose en marcha. Retrasar las cosas, acrecienta el miedo y la acción lo elimina. Es tan sencillo que da casi hasta vergüenza decirlo.
No hay más. Si tuviera la capacidad de hipnotizar a las personas que asisten a mis talleres o conferencias, lo único que haría sería sacar el péndulo y decir:
No pienses, haz.
No pienses, haz.
No pienses, haz.
Una vez, alguien me dijo: cuando haces cosas, pasan cosas. Si hasta un niño de cinco años puede comprenderlo, no sé qué es lo que nos pasa de mayores que no nos damos cuenta de ese principio.
En Las enseñanzas de Don Juan, de Castaneda, hay un texto que un poco en esta línea afirma que el hombre sabio es aquel que “vive actuando, no pensando en actuar, ni pensando en lo que pensará cuando haya terminado de actuar…
Él sabe que su vida habrá terminado demasiado pronto; él sabe, porque el ve, que nada es más importante que ninguna otra cosa.
Así pues el hombre sabio suda y resopla y si uno lo observa es igual a cualquier otro hombre, excepto porque él controla la locura de su vida.
Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa, el hombre sabio, el hombre de conocimiento, escoge cualquier acto, y actúa como si le importara.
El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe…”.
Sencillamente brillante. ¡Que grande es Castaneda!
Lo leo una y otra vez y me sigue haciendo vibrar. Me quedo sin palabras ante el derroche de sabiduría de este texto. Me gusta especialmente cuando dice “ya que nada es más importante que cualquier otra cosa, el hombre sabio escoge cualquier acto y actúa como si le importara”.
¿Ha escuchado hablar del concepto parálisis por análisis? Analizar es necesario pero si no toma una decisión que lo catapulte hacia la acción, estará en una situación de parálisis por análisis. Hay un momento para el análisis y otro para la acción pero el uno sin el otro pierden su sentido. Son como el día y la noche, como la cara y la cruz de una moneda: el uno sin el otro no pueden funcionar.
Una de las mayores amenazas que conlleva la búsqueda de una vida significativa es empantanarse en lo mental y no avanzar por no estar seguro de que la decisión tomada es la correcta. Paradójicamente, no podrá estar seguro de que la decisión tomada es la adecuada hasta que no la haya puesto en marcha. El papel lo soporta todo. La teoría también. Pero la acción es algo más exquisita. No sabrá si ha acertado o no hasta que se ponga en funcionamiento. No espere a reunir todos los datos para actuar porque esto nunca va a suceder.
Lo importante es estar en marcha… disfrutando del camino, actuando conscientemente, estando abierto a los cambios que la vida nos sugiere… pero en marcha.
Permítame que le proponga un ejercicio que hago con bastante frecuencia y cuyas consecuencias sé que acabarán de una u otra manera por transformar su vida.
Le propongo algo tan sencillo como salir de su zona de confort una vez al día.
Le propongo que siempre que le resulta posible, una vez al día haga algo que le resulte incómodo. Una llamada de teléfono. Buscar un cliente nuevo. Sacar una conversación que tiene pendiente con alguien y que le resulta difícil. Ir a hacer deporte cuando está cansado. Hacer eso que lleva tiempo pensando pero por algún motivo no cesa de aplazar.
No sé… cualquier acción que le resulte íntimamente molesta, por pequeña que sea.
Algo que despierta genuinamente mi atención es lo poco confortable de ciertas zonas de confort. Todos hemos estado alguna vez en alguna situación en la que no disponíamos de la autoestima, de la fuerza o de los recursos necesarios para salir, pero que no resultaba nada cómoda.
No comprendo por qué se le llama zona de confort. De hecho debería llamarse la zona de la inercia.
Pues bien, si escoge con mimo y atención su ejercicio diario para salir de su zona de comodidad, de su zona de la inercia, su miedo acabará por aburrirse y capitulará porque sabrá que no tiene nada que hacer. Su miedo sabrá que con usted, como dicen los abogados, no hay caso. Esta es mi propuesta: que fatigue a su miedo, que le gane por goleada, que le deje claro que cada día va a hacer algo para salir de su zona de confort, independientemente de lo que éste opine.
No le digo un mes, pero para empezar… ¿Se atreve a salir de su zona de confort una vez hoy y otra mañana? Sólo eso: una vez hoy otra mañana.
EL HOMBRE SABIO ESCOGE CUALQUIER ACTO Y ACTÚA COMO SI LE IMPORTARA
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